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EFECTOS EMOCIONALES DEL DESEMPLEO.

En las publicaciones de las próximas semanas vamos a mencionar los efectos emocionales del desempleo en personas como nosotros, trabajadores que nos hemos encontrado con dicha adversidad laboral de forma repentina. Y lo vamos a hacer tomando la perspectiva de María Dolores Mars que hace referencia a ello en un interesante artículo.
Es evidente que cuando nosotros estábamos trabajando y, sin esperarlo, nos llega el desempleo experimentamos fuertes y perjudiciales efectos en diferentes dimensiones de nuestra existencia tales como el desamparo económico y otras consecuencias psicológicas, sociales y emocionales.
Es indudable que el desempleo forzoso nos ha generado estrés, tensión, tristeza, preocupación y, en algunos casos, habrá quienes hayan caído en una depresión. Percibimos un notable contraste en lo relativo a nuestra autoestima e identidad personal en el sentido de que, cuando nuestro desempleo se prolonga ya mucho tiempo, pasamos de ser trabajadores a ser parados con toda la carga simbólica que ello conlleva.
Asimismo este desempleo repentino incide en la configuración de nuestra vida cotidiana; antes, cuando trabajábamos, nuestro tiempo estaba más o menos organizado. Sin embargo, cuando nos encontramos en búsqueda activa de empleo, esa estructuración ha desaparecido y tenemos que disponer cada jornada pero con reducidos recursos económicos.
Todo ello se enfatiza para quienes nos encontramos en un desempleo prolongado en el tiempo ya que, en esta situación, es factible que comencemos a sentir desesperanza, desilusión y autoculpabilidad por hallarnos de tal manera. También se modifica nuestras relaciones sociales puesto que antes teníamos a compañeros de trabajo mientras que, actualmente, nos relacionamos con personas en nuestra misma situación de desempleo con quienes tendemos a conversar casi diariamente acerca de la misma. Estos diálogos repetitivos pueden repercutir negativamente en nuestro estado anímico y en las ansias de mejora que podamos tener.
Respecto a esta cuestión quisiera apuntar que, personalmente, he experimentado una reducción de las relaciones sociales desde que me encuentro en búsqueda activa de empleo. En ello también influye el hecho de que, al contar con menos recursos económicos que cuando trabajaba, uno puede sentir un deseo de ahorrar más y gastar menos ante la incertidumbre del tiempo que podamos permanecer sin desempeñar actividad laboral alguna y, asimismo, se cuida uno mismo de emplear más tiempo del debido al ocio cuando nuestra principal preocupación debe centrarse en la búsqueda activa de empleo.
Esta última vivencia pertenece al terreno de lo personal y, quizás, sea discutible y matizable pero la dejo ahí para que reflexionéis sobre ella desde hoy hasta la semana próxima en la cual continuaremos analizando las consecuencias emocionales del desempleo desde la visión de María Dolores Mars.


Comentarios

  1. Muy buena entrada, me siento identificada, eso si pienso que hay actividades que se pueden hacer y sin coste , pero claro a lo mejor no son las actividades que hacías antes o bien que los amigos no te acompañen en esos gustos. Cambiar el chip es necesario.

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