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EL TRABAJO COMO EJE DE NUESTRAS VIDAS.

En la publicación de la pasada semana reflexionábamos sobre algunas vivencias por la que pasamos quienes nos encontramos en búsqueda activa de empleo.
Mientras escribo esta entrada recuerdo la película " Los lunes al sol", protagonizada por Luis Tósar , y me surge una emoción contradictoria. Creo que el guión, la dirección y las actuaciones son de un elevado nivel y que, aparte de contener un sentido del humor ácido; en mi opinión es un estudio sociológico sumamente interesante acerca del día a día de los desempleados en España.
Vivimos en un mundo donde aparte de ser rico o pobre, tener una determinada formación o no, ser de una procedencia social u otra, haber nacido en un sitio o en otro, configuramos toda nuestra vida alrededor del trabajo. Desde nuestra infancia vamos recibiendo la formación necesaria para poder incorporarnos en un futuro al  mercado de trabajo; cuando ello no es posible quedamos apartados del sistema productivo con todo lo que ello conlleva en nosotros y en quienes nos rodean.
Personalmente admito que el trabajo es uno de los factores que más influyen en mi vida y en la de mis familiares; cuando estaba trabajando tenía otros hábitos diferentes que ahora que estoy desempleado. Es fácilmente comprensible que cuando teníamos un empleo nuestra vida era radicalmente distinta a como es ahora en lo que respecta a: horarios, ocio y tiempo libre, costumbres, planes de futuro,... y sobre todo, cuando desempeñamos una actividad laboral, nuestra autoestima es más alta y nos sentimos más realizados. Esto  último hace que tengamos más confianza y energía para afrontar las variadas circunstancias que nos vamos encontrando en nuestra trayectoria vital.
El trabajo es mucho más que una necesidad para (sobre)vivir. En nuestra sociedad conlleva nuestra contribución individual y nuestra forma de encajar en la colectividad. No pocas veces caemos en la tentación de pensar que, si no trabajamos, no tenemos nada que aportar al mundo en que vivimos por muy drástico que esta frase pueda parecer a simple vista. Por consiguiente, no tener empleo implica un enorme perjuicio económico para uno mismo y también una merma en la realización de cada uno. No nos sentimos realizados ni útiles si no ejercemos actividad laboral alguna.
Pero también estar desempleado supone un doble perjuicio emocional: tener el sentimiento de verse excluido o apartado de la comunidad y el consiguiente de la vergüenza de no tener nada que aportar. Nos echamos la culpa y nos hacemos responsables de no estar trabajando y de todos esos períodos de tiempo durante los cuales no hemos ejercido actividad laboral  Esta cuestión es parte de lo que Juan Carlos López Ubis denomina la dimensión emocional del desempleo, que continuaremos analizando en posteriores publicaciones.


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