LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.

Quiero abrir esta entrada con una invitación a que reflexionéis acerca del significado de inteligencia emocional y continuo con una reflexión personal: en Septiembre del año pasado no fui inteligente emocionalmente hablando puesto que no supe recuperarme anímicamente de una situación de desempleo que, aún siendo esperada desde hace un mes, me abrumo de una forma rotunda y desalentadora.
Un individuo emocionalmente inteligente es quién sabe recuperarse de una situación de despido o de desempleo que, de inicio, se proyectan como eventos abrumadores.
En base a esta definición no fui emocionalmente inteligente por sentir rabia o miedo cuando el desempleo hizo acto de presencia en mi vida si no porque permití que esas emociones guiaran mi vida durante unos meses.
Debemos recordar que una persona es emocionalmente inteligente no cuando es capaz de aplicar una serie de técnicas sobre la función o trabajo que desarrolla si no que conlleva un cambio personal que se inicia por el autoconocimiento y por la liberación de esos bloqueos interiores que, frecuentemente, nos atenazan y nos paralizan en nuestro día a día y, consiguientemente, en nuestra búsqueda activa de empleo.
La autogestión, el autoconocimiento y la automotivación personal no es cuestión de apariencias; vencer la tendencia a sentirse víctima de la realidad que nos rodea no es algo que se pueda disimular si no que conlleva una reflexión seria y un compromiso personal por el cambio.