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EL PARÁSITO EMOCIONAL EN LA BUSQUEDA ACTIVA DE EMPLEO.

Tomando como punto de referencia un artículo de Eduardo Ortega, fechado en Diciembre-2016, vamos a tratar en las dos siguientes publicaciones un aspecto que me parece fundamental en nuestra búsqueda de empleo: su vertiente emocional.
Debemos ser conscientes de que toda crisis, sea de la clase que sea( familiar, económica, laboral, por ejemplo) puede ser reversible. Estoy seguro de que todos nosotros hemos superado alguna de ellas a lo largo de nuestras vidas.
Dicha superación es más factible desde la admisión de la existencia de la crisis en cuestión y sus causas, sin tapar ni ocultar la realidad, con rigurosidad y consciencia. Por ejemplo, no nos ayudaría nada negar las consecuencias negativas que nos genera nuestra situación de desempleo.
Esta negación y el hecho de no gestionar a tiempo una crisis puede dar lugar a efectos negativos como el surgimiento de un parásito emocional.
Este ha aumentado con el desempleo y el desánimo se ha transmitido, causando interrogantes y desánimos. Llegamos a un punto en que nos percibimos como víctimas de las circunstancias y nos resulta desalentador mirar al futuro.
En el momento de pasar a estar en situación de desempleo o cuando la misma se prolonga ya demasiado tiempo, nos vemos decaídos, desbordados, desalentados, sin confianza en nosotros mismos e inmovilizados emocionalmente.
No es raro que, en dichas situaciones, tengamos la autoestima más baja y no confiemos tanto en nuestras posibilidades; es un momento en que estamos generando un parásito emocional.
Se puede afirmar que este parásito no lo ha creado la sociedad si no que sus raíces se han desarrollado en el interior de cada uno de nosotros, partiendo de nuestra nueva o alargada situación de búsqueda activa de empleo.
Involuntariamente hemos alimentado la crisis la cual se ha erigido como un riesgo notable para nuestro bienestar, la hemos convertido en nuestra crisis emocional.
Quienes nos encontramos en algunas de las dos situaciones antes citadas llegamos a un estado emocional arriesgado puesto que no confiamos en nuestras destrezas y en nuestras opciones y, en consecuencia, todo se complica porque es complicado que las circunstancias mejoren si no creemos en nosotros mismos.
Estos bloqueos nos ubican en una ceguera emocional, que nos paraliza y no nos deja ver más allá sin que nos resulte posible contemplar salidas y posibilidades factibles.
Precisamente la forma de combatir este parásito emocional va a ser la cuestión tratada en la publicación de la próxima semana.



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