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INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL DESEMPLEO.

En la publicación de la semana anterior abordamos una cuestión fundamental respecto a nuestra búsqueda activa de empleo: la resiliencia. Me parecieron especialmente interesantes las definiciones que Dionisio Contreras y Helena Combariza aportaron en relación a dicho concepto.
En el día a día en lo que tiene que ver con el desempleo, hay muchas situaciones que pueden resaltar en nosotros la falta de sentido de nuestra vida. Sin embargo debemos reflexionar que la felicidad está en el interior de cada uno y no es un objetivo específico porque este nos lleva al futuro y el presente forma parte de lo más real que tiene cualquier ser humano.
Planteo esta reflexión partiendo de la base de que, ni mucho menos, es fácil llegar a ella y menos para quienes nos encontramos en una búsqueda activa de empleo que se prolonga por varios meses y/o años.
En un estado de carencia de trabajo es razonable que el individuo se cuestione el sentido de su vida y, no pocas veces, es usual que no pueda contestar adecuadamente a dicha pregunta. Aunque es cierto que no es del todo acertado pensar que uno no puede ser feliz si no desempeña actividad laboral alguna, sí es razonable vincular el empleo con una idea de estabilidad personal en todos los sentidos.
Hay quienes creen que asociar la infelicidad con la carencia de trabajo no es recomendable porque llegaría a equivaler a que la satisfacción la proporciona el empleo y uno no posee responsabilidad sobre ella.
Un individuo emocionalmente inteligente es quién es capaz de recuperarse de un despido o de una situación de carencia de trabajo, que a primera vista se revelan como eventos abrumadores. Traducido a nuestra vida personal es obvio que no es fácil saber reaccionar ante el hecho previsto o no de que, por ejemplo, nos quedemos sin empleo tras permanecer trabajando durante un tiempo. Ahí es donde se pone a prueba nuestra inteligencia emocional.
Un individuo que sabe afrontar una situación de falta de empleo no es quién no sienten angustia, rabia o temor si no aquel que no permite que esas emociones sean las que orienten su vida y, cuando esto tiene lugar, no abandona su estado de salud, no se resguarda en el consumo de sustancias tóxicas o en el cualquier comportamiento adictivo si no que tiene capacidad de acostumbrarse a la nueva situación que le toca vivir. Incluso, en nuestros casos particulares, demostramos esa destreza para adaptarnos al desempleo poniendo en marcha nuevos modos con los que conseguir dinero( con toda la estabilidad que ello conlleva, aunque sea en menor cantidad que con el anterior empleo).
Dejaremos para la publicación de la semana próxima la conclusión final acerca de la resiliencia con aplicaciones prácticas de este concepto al día a día de quienes nos encontramos en una prolongada búsqueda activa de empleo.


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