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LA ALIMENTACIÓN Y EL CÁNCER


     El vínculo entre alimentación y riesgo de cáncer es complejo y no es fácil de establecer, principalmente porque nuestra dieta contiene productos muy variados. Sin embargo, hace algunos años, estudios científicamente validados han establecido relaciones entre el tipo de alimento que ingerimos y el desarrollo del cáncer.

     En 1984, el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos estableció que un 35% de los tumores malignos tienen origen o están relacionados con factores alimentarios, comparándose así con el riesgo de cáncer que produce el tabaco. Es así como los expertos sitúan a la alimentación como uno de los factores de riesgo tumoral más importantes dentro de los factores ambientales y prevenibles.

     Se estima que un cambio en la dieta puede reducir la incidencia global de cáncer en un 30 a 40%, lo que equivale a entre 3 y 4 millones de casos en el mundo. Si sumamos el tabaco, se puede estimar que entre un 60 a 70% de los cánceres son evitables.

     En general, las dietas hipercalóricas, las ricas en grasa y proteínas son las más peligrosas, junto con algunas formas de cocinar como los asados al carbón, barbacoa y ahumados. Por el contrario, la fibra (insoluble sobre todo), vitaminas y algunos minerales forman el grupo de protectores frente a los tumores. También existe consenso en que los alimentos vegetales reducen el riesgo de cáncer.
     Por otro lado, el alcohol, las dietas ricas en grasas y la obesidad aumentan el riesgo de cáncer de colon y recto, y posiblemente el de mama, próstata y riñón.

     Más de 32.000 muertes anuales por cáncer en España son debidas a una dieta inadecuada y al sedentarismo.

    Se recomienda ingerir al menos 5 piezas de fruta y verdura al día para garantizar el aporte adecuado de fibra y vitaminas por la dieta. La fibra es fundamental en la prevención del cáncer de colon; asimismo parece ser un factor importante en el cáncer de mama. 

     En el 88% de la población infantil y juvenil la ingesta total de grasa es excesiva.

     El total de grasas de la dieta no debe superar el 30% del aporte energético diario. En el caso de las grasas saturadas (de origen animal) no deben superar el 10% del total. 

      Casi la mitad de los españoles llevan una vida sedentaria. 

     El 39,44% de los españoles llevan una vida sedentaria, sobre todo las mujeres (42,41%).

     La actividad física favorece el gasto energético y facilita el mantenimiento del peso en rangos ideales. Asimismo juega un papel importante en la prevención del cáncer de colon, que causa más de 13.800 fallecimientos en España todos los años.

      Aproximadamente entre 6.000 y 14.000 de los fallecimientos por cáncer son consecuencia de la obesidad y el sobrepeso. 

     España ocupa el 7º lugar de incidencia de obesidad de la Unión Europea. El 14,5% de la población comprendida entre 35 y 60 años son obesos y, entre el 35 y el 40% tienen sobrepeso.

     La obesidad infantil se ha triplicado en los últimos 20 años. En el año 84 el 5% de los niños eran obesos, en la actualidad se ha incrementado hasta un 16%.

      La obesidad es uno de los factores de riesgo más importantes en el desarrollo de un cáncer. Los tumores más relacionados con la obesidad son los de esófago, estómago, colon, mama, útero e hígado.

     Una alimentación saludable, el mantenimiento del peso corporal en los rangos adecuados y la realización de ejercicio físico pueden contribuir a reducir la incidencia del cáncer entre un 30 y 40%, fundamentalmente, el de mama, colon y esófago.

    El cáncer es una enfermedad cada vez más común entre la sociedad y puede afectar a personas de todas las edades. Su tratamiento es muy diverso en función del tipo de cáncer que se padece, pudiéndose a veces ser operado y/o siendo necesaria la administración de quimioterapia y/o de radioterapia. La mayoría de las personas con cáncer acostumbran a perder peso por dos razones: en primer lugar porque el propio tumor consume mucha energía y, en segundo lugar, secundariamente a los tratamientos que suelen producir falta de apetito, náuseas e incluso vómitos. Entre un 40 y un 80% de los enfermos sufren algún tipo de desnutrición que empeora el pronóstico de la enfermedad. La guía de un dietista – nutricionista en estos casos resulta imprescindible para acompañar a la persona durante todo el proceso, procurando que se mantenga lo más fuerte y bien nutrida posible para ganar esta lucha. En el siguiente vídeo podrás ver las sugerencias que hacen desde Alimmenta.



María José Ruiz Vázquez Bióloga especialista en Nutrición y miembro del Grupo InvestigAcción  (Optimando la red de contacto)

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