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El horario de Invierno en el comercio.

No estoy descubriendo la pólvora al afirmar que en España se tiene, si no el más largo, si uno de los horarios comerciales más extensos de la Unión Europea. Mucho se ha hablado y escrito sobre las ventajas de adaptar los horarios a una modalidad más “europea”, con horarios intensivos, aperturas más tempranas y cierres rozando el anochecer. Es algo muy difícil de cambiar, ya que estos hábitos están muy arraigados en nuestra “cultura mediterránea”, tan propia de países como Italia o Grecia ( aunque ellos no tienen este horario tan espartano ).
Cada Comunidad Autónoma tiene una regulación distinta en cuanto a horarios. Desde Cataluña que permite la apertura a las siete de la mañana, hasta Navarra, que directamente, deja en mano de los comerciantes los horarios de apertura y cierre.
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En este caso, quisiera centrarme en mi experiencia personal y en la de otros de mi círculo profesional para exponer mi opinión al respecto de como afecta el cambio de hora invernal al comercio y si es real el ahorro energético en este ámbito.
Aunque no de forma tajante, si debo decir que, a mi modo de ver, el horario de invierno perjudica más que beneficia al comercio minorista y en mucho menor grado, a las grandes superficies. Cuando trabajaba en un centro comercial de Sevilla, si era verdad que a partir de que anocheciera ( a eso de las 19:00 horas ) la bajada de clientes era paulatina, hasta llegar las 22:00 horas, momento del cierre, donde, aunque había personas dentro, ya no se dedicaban al consumo en tiendas, sino más bien en restauración.
En el caso del comercio al detalle, esto, creo que se acentúa de manera significativa. A partir de las siete / ocho de la tarde, el nivel de clientela baja drastícamente. Pude vivirlo en primera persona, ya que trabajé en una tienda del centro de Sevilla y veía como los clientes desaparecían y volvían aparecer otros a cuentagotas, dedicándome mayormente a otro tipos de tareas, como el servicio postventa y/o el acondicionamiento de la tienda. Aunque no parábamos de trabajar, no se generaban muchas ventas y era algo que se podía percibir en las tiendas de la zona , aunque había movimiento de gente en la calle, no había muchas visitas en los comercios. En definitiva, el gasto superaba al beneficio.
Por supuesto, esta tendencia suele desaparecer con la campaña de Navidad, aunque si bien, hasta Diciembre no podía decir que hubiera un aumento en ventas, cada año se retrasa más, y se está convirtiendo en vez de un “mes fuerte ” a unos “días fuertes”.
En mi experiencia, diría que no compensa el estar abierto hasta las 21:00 o 22:00 horas con el horario de invierno, ya sea un comercio en una calle peatonal del casco histórico o un centro comercial. El gasto interno de la empresa suele superar a los beneficios. Mucha gente se queda en casa a partir del anochecer y si bien los supermercados o centros comerciales lo sufren menos, es porque una gran parte de los consumidores han salido de trabajar y y se dirigen a realizar sus compras diarias o semanales.
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Pero esto también es extrapolable al horario de verano, o más bien al verano en sí. En esa época disfrutamos de días muy largos, pero también de calores intensos durante meses. ¿Es lógico abrir un comercio a las 10:00 y dejarlo abierto hasta las 21:00 o 22:00? ¿O cerrar a las 14:00 y abrir a las 17:00?. Os puedo asegurar que donde ejercia mi profesión no entraba casi nadie y no era a partir de las 19:30 cuando había transito de clientela. Muy poca gente, por gusto, sale a la calle en las horas centrales del día para ir a mirar o a comprar.
En España se peca mucho de “Cuánto más tiempo abierto, mejor”, pero la realidad es muy distinta y los horarios deberían ajustarse tanto a las necesidades del cliente, cómo a los hábitos de los mismos en diferentes estaciones del año.
Una solución podría ser adaptar los horarios convenientemente a las horas de luz que haya en cada época del año. Pero hoy en día, parece algo utópico, ya que aunque ha habido muestras de interés, no se ha actuado aún de forma eficiente. Somos animales de costumbres y como tal, parece que nos gusta las cosas como están y no moverlas. Pero un cambio de hábito, poco a poco y de manera gradual, sería factible y muy beneficioso tanto para el comercio como para los consumidores. Y más en esta época que nos ha tocado vivir, donde el ahorro y el ingenio, son el pan de cada día de muchos luchadores, tanto a un lado como al otro del mostrador.

Comentarios

  1. Buena entrada compañero, el tema del gasto que supone tener un comercio abierto horas sin que se produzca venta es un tema que deberían tener en cuenta los empresarios

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